9 de diciembre de 2009

La generación humillada

“Más de 500.000 jóvenes ni buscan empleo ni estudian ni trabajan”.
“Joven español busca trabajo aunque esté mal remunerado y sea precario”.
“Matriculado en la euforia y licenciado en el desastre”.


Son algunos de los muchos titulares que podemos ver últimamente en la prensa cuando publican alguna noticia relacionada con el perfil y la situación actual de los jóvenes en España.
Y parece que se ponen todos los medios de acuerdo para, cada 2 o 3 meses, sacar una noticia sobre el futuro desesperanzador al que se ven abocados los jóvenes en nuestro país, víctimas de la precariedad, del efecto desánimo y de la falta de oportunidades.
Hace años éramos los “JASP, Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados”. Después fuimos la “Generación Cero”, cero ingresos, cero empleo, cero perspectivas, y ahora los “Ni-ni” ni estudian ni trabajan. Y es que, de vez en cuando, hay que dar un nuevo nombre, aunque sea para describir la misma situación… porque ésta sigue siendo la misma, generación tras generación, a pesar de que ahora la situación se vea acentuada con la crisis y nos ponga en peores condiciones.
Se presentó, el pasado 5 de noviembre, un estudio sobre el perfil de los jóvenes en España. El informe, realizado por Metroscopia para la Fundación Bertelsmann, destaca que para seis de cada diez jóvenes su mayor preocupación es el paro, seguido de la vivienda, las drogas y la educación y que el 60% han pensado en crear su propio negocio, pero que por falta de dinero no han podido hacerlo. Sólo el 6% lo ha logrado.
El efecto desánimo se ha instalado en la vida de los más de 8 millones de jóvenes con edades entre los 16 y los 29 años, de los cuales más de un millón y medio están buscando trabajo, ante las pocas posibilidades de emancipación y de poder optar a un trabajo acorde a sus expectativas.
Las cifras escandalizan. Pero más escandalizan los comentarios de algunos jóvenes que aseguran que les da igual aceptar un trabajo precario, con sueldos bajos y que vulnere sus propios derechos como trabajador con tal de conseguir un puesto de trabajo.
En lugar de la “Generación Ni-ni” habría que optar por un apelativo más acorde a esta nueva situación: la generación humillada. Humillados al no tener más remedio que aceptar lo que el mercado de trabajo les ofrece… como si los derechos de los trabajadores adquiridos durante todos estos años de democracia, nunca hubieran existido. Como si cada uno de los convenios colectivos negociados no fueran más que sombras que sólo podemos divisar al otro lado de la caverna.
Es como una fábula que nos han contado de pequeños: “Había una vez un niño que soñó que sería periodista, que estudiaría en una universidad pública, que se licenciaría con notas excelentes, que hablaría idiomas…que conseguiría un trabajo en un periódico y que se auto-realizaría como persona escribiendo crónicas sociales”.
Al final, acepta trabajos que no requieren de cualificación, que no tienen que ver con lo que estudió, temporales de 3 en 3 meses, cobrando una media de 750 euros netos al mes, que no le da para irse de casa de sus padres y se frustra.
Para paliar ese malestar interno, el joven periodista decide seguir formándose y se matricula en algún máster para, entre otras cosas, poder acceder a las bolsas de prácticas para estudiantes. Unas prácticas que no siempre son todo lo beneficiosas que deberían para los jóvenes, ya que si se “trabaja” de práctica en práctica, el joven nunca llega a cotizar, y algunos empresarios se aferran a ellas para eximirse de pagar las cuotas por trabajador a la Seguridad Social.
Y lo peor de todo, este joven es consciente de que está siendo explotado y vilipendiado pero no le importa aceptar esas condiciones. No puede decir que no.
No puede decir que no porque en la fábula no le contaron que hace muchos, muchos años, en pleno auge de la revolución industrial, los trabajadores decidieron aunar fuerzas y luchar contra los propietarios de los medios de producción con el fin de obtener una serie de derechos que dignificasen a la persona en el puesto de trabajo.
A este joven nadie la ha enseñado a decir No y dignificarse a sí mismo y a los demás jóvenes que están en su misma situación.
El hecho de que cada vez más jóvenes estén dispuestos a ser precarios y cobrar menos y se conformen con la situación actual del mercado de trabajo y las prácticas laborales, hace que la tradición y cultura sindical en este país se vean mermadas hasta niveles nunca vistos anteriormente entre los jóvenes.
Lo que se aprecia de esto es que es necesario inculcar a los jóvenes españoles, desde edades tempranas, los valores y la cultura sindical, que conozcan cuáles son sus derechos para que éstos no se vean denostados y para que se atrevan a decir No. No a la explotación, no a la precariedad… porque aceptar las condiciones actuales significa tirar por la borda las conquistas sociales logradas a través de la lucha sindical durante todos estos años.

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Juventudes Socialistas de Rincón de la Victoria

El ideal del Partido Socialista Obrero es la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases. sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueñas y dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrad@s e inteligentes.